sábado, 16 de febrero de 2008

ADÁN, EL FUGITIVO

Adán, el fugitivo.

Observo que se está produciendo un fenómeno colectivo que se manifiesta en muchas personas, en el que cada uno anda por la vida como un “fugitivo de la justicia”, escondiéndose entre los árboles del jardín del Edén, como en la famosa narración bíblica de todos conocida, se crea o no se crea en ella.
Huimos de la “justicia divina” porque no cumplimos sus leyes. Es lógico. El “delincuente” no quiere toparse con la policía porque teme que lo metan en la cárcel, le quitan la libertad. Ahora bien, esa libertad nuestra se ha convertido en libertad para “hacer lo que me de la gana”. Por lo tanto olvidemos al autor de las leyes del bien y del mal, es decir, a Dios. Pero estamos muy equivocados, a diferencia de la justicia humana la justicia divina siempre “nos perdona”, pero la gente ha olvidado que nos busca para perdonarnos. Además, para mayor confusión, las leyes que aprueban los sistemas políticos tratan de que olvidemos esto. Quieren hacer “paganos” a toda la sociedad. Esto es un error histórico y filosófico de bulto; porque, poco a poco, la gente, cada persona va cayendo en la desesperanza. Por eso el Estado, en este asunto, no debe ser completamente “laico”, es decir, amorfo. Eso es lo que se llama, en román paladino, un crimen de lesa humanidad político.

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