viernes, 1 de febrero de 2008

EL CAMINO DE JERICÓ

EL CAMINO DE JERICÓ

El señor George Walter Bush, en su discurso, tras su juramento como presidente de los Estados Unidos, el país más poderoso y rico de la Tierra, ha mencionado una parábola pronunciada y explicada magníficamente, hace ya dos mil años, con todo lujo de detalles: el buen samaritano que iba por el camino de Jericó, al este de Jerusalén.

Ha recurrido a ella el presidente de la nación para decir a sus compatriotas, al ciudadano americano, que tienen que ayudar al que está “tirado en el camino”, sin nada y en mal estado.

Se lo propone, además, como objetivo de su gobierno. ¡A ver si es verdad! Y, teniendo un vicepresidente judío, puede encargarle a él, especialmente, que vigile durante cuatro años el cumplimiento de ese propósito.

Tiene trabajo, se lo aseguro. En los Estados Unidos de América hay muchos tirados en el camino. Porque, ¿sabe, señor Bush?, todos nacemos ricos (con la vida) y luego la sociedad nos tira en el camino e incluso los políticos han dejado en muchos países gentes tiradas en el camino.

Haber recurrido a esa imagen de preocupación por el prójimo (explicada magistralmente por Jesucristo), ante miles de millones de personas de todo el mundo le obliga a mucho.

Le queda mucho trabajo por hacer para llegar a ser un buen presidente, pero le animo a ello. ¡Dios salve a América, y a todos los demás!

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