lunes, 22 de febrero de 2010

LA DIGNIDAD Y EL PAPEL DE LA MUJER

La dignidad y el papel de la mujer
Señor Director: En la web www.opusdei.es viene la Carta de este mes de febrero que el Prelado dirige a los fieles del Opus Dei, pero que está al alcance y lectura de todo el que quiera verla. “En este mes, se cumplen ochenta años del momento en el que San Josemaría vio que el Opus Dei era también para las mujeres. El 14 de febrero de 1930, el Señor le hizo comprender que contaba también con las mujeres para llevar —con su ejemplo y con su palabra—, por todas partes, el mensaje de la santificación en el trabajo profesional y en todas las circunstancias de la vida ordinaria.
Desde el 14 de febrero de 1930, San Josemaría trabajó por abrir este camino de santidad en medio del mundo, el Opus Dei, a mujeres de todas las profesiones, razas y condiciones sociales.
Hoy día se reconocen a las mujeres —y es lógico— las mismas posibilidades que a los varones en múltiples campos, pero ochenta años atrás no sucedía así. Entonces era poco frecuente, por ejemplo, que cursaran estudios universitarios o que trabajaran fuera del hogar —a excepción de los trabajos manuales que siempre habían realizado—, y más raro aún que ocuparan puestos de responsabilidad civil, social o académica. Muchos lustros después, el Concilio Vaticano II proclamaba: «Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga>>-
Se ha recorrido un largo camino desde entonces, gracias al esfuerzo de innumerables personas, que han contribuido a que se reconociera —también en las leyes civiles— la dignidad de la mujer, su igualdad de derechos y deberes respecto al varón. Entre esas personas —es de justicia reconocerlo— un lugar especial corresponde a San Josemaría, que desde el primer momento alentó a sus hijas, y a las que se acercaban a la Obra, a alcanzar las metas que les fuera posible, en los más diversos sectores de la actividad humana. Me vienen a la memoria muchos sucesos concretos: desde la fuerza con que animaba a las que tenían condiciones intelectuales a que apuntaran alto en la vida profesional —en el campo de la cultura, de las ciencias, etc.—, hasta el ímpetu, no menor, con que procuró que se reconociera el enorme servicio que rinden a la sociedad otros trabajos. A su impulso directísimo se debe, por ejemplo, que en todo el mundo haya instituciones educativas dedicadas a preparar profesionalmente a muchas jóvenes para el trabajo del hogar, de modo que estas tareas reciban el reconocimiento que merecen, tanto en las leyes civiles como en la conciencia social.

La visión cristiana de la condición femenina exige mucho respeto y admiración, mucha protección y ayuda, muchos recursos y medios de formación para ayudarla a estar en la cúspide del desarrollo humano.
—como escribió nuestro Fundador— desarrollo, madurez, emancipación de la mujer, no deben significar una pretensión de igualdad —de uniformidad— con el hombre, una imitación del modo varonil de actuar: eso no sería un logro, sería una pérdida para la mujer: no porque sea más, o menos que el hombre, sino porque es distinta. En un plano esencial —que ha de tener su reconocimiento jurídico, tanto en el derecho civil como en el eclesiástico— sí puede hablarse de igualdad de derechos, porque la mujer tiene, exactamente igual que el hombre, la dignidad de persona y de hija de Dios. Pero a partir de esa igualdad fundamental, cada uno debe alcanzar lo que le es propio; y en este plano, emancipación es tanto como decir posibilidad real de desarrollar plenamente las propias virtualidades: las que tiene en su singularidad, y las que tiene como mujer. La igualdad ante el derecho, la igualdad de oportunidades ante la ley, no suprime sino que presupone y promueve esa diversidad, que es riqueza para todos.
Las ideas aquí contenidas hacen que yo no pueda, no deba añadir nada más.

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